Tal día como hoy el General José Antonio, con el payareño Negro Primero y ciento cincuenta y dos lanceros pasa el río Arauca, los forma en tres columnas de cincuenta cada una, y se va contra el enemigo. Pablo Morillo a su vez mueve contra la diminuta tropa del General José Antonio Páez 1.200 realistas. ¡Mil doscientos contra ciento cincuenta que tienen su lanzas para defenderse!
Páez, Negro Primero y los 152, se lanzaron a pelear contra los realistas, unas veces los atacaban y otras apresuraban su fuga, alejando cada vez más a sus perseguidores del grueso del ejército. Cuando Páez vio que toda la caballería realista formaba un solo cuerpo y que en el ardor de la persecución había dejado atrás a los fusileros, grita a sus hombres:
—Vuelvan caras.
Al oír el grito de mando, Negro Primero y sus compañeros obedecieron, detuvieron los caballos para volver caras. El ademán del negro “es atento, sonreído, dispuesto a la terrible embestida —dice Arístides Rojas—, al choque sangriento, cuando llegue el momento de esgrimir la poderosa lanza que lleva en la mano derecha”.
Cuando llegó el momento los patriotas ordenados en grupo de a veinte hombres: apuntaron lanzas, apretaron los ijares de los caballos y se lanzaron sobre los escuadrones de enemigos. Cuando llegaron se metieron por entre las filas realistas, de frente y por los flancos, y, sin darle descanso, la alancearon, la atropellaron y la desbarataron. Al ver esto, el ejército entero de Morillo, aturdido y espantado, retrocede, se desbanda, se refugia en un bosque, el cual favorecen su retirada. Cuando llegó la noche cesó la matanza, los patriotas se arrojaron al río y se presentaron victoriosos ante Bolívar.
¡Qué increíble batalla en la que participó Negro Primero!, las cifras lo demuestran, los realistas dejaron tendidos en el campo cerca de quinientos hombres; de los ciento cincuenta patriotas, salieron heridos del combate, entre otros, el teniente coronel Manuel Arraiz, y los capitanes Francisco Antonio Salazar y Juan Santiago Torres; “muertos solamente dos —dice Páez—, Isidoro Mujica y el cabo primero Manuel Martínez; pero la anchura de sus heridas y el tenerlas en la espalda nos demostraban que habían sido abiertas por lanzas de los nuestros, que en la confusión y oscuridad habían tomado por enemigos á aquellos compañeros suyos”.
El día después de esta gloriosa batalla, en Cuartel General en los Potreritos Marrereños, Bolívar les confirió a los 150 héroes de esa increíble batalla, la Orden de los Libertadores de Venezuela con esta hermosa proclama:
“¡Soldados! Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones. Ciento cincuenta hombres, mejor diré, ciento cincuenta héroes, guiados por el impertérrito general Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha bastado al enemigo para defenderse de los 150 compañeros del intrepidísimo Páez. Las columnas de caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; la infantería ha buscado un asilo en el bosque; los fuegos de sus cañones han cesado delante de los pechos de nuestros caballos. Sólo las tinieblas habrían preservado a ese ejército de viles tiranos de una completa y absoluta destrucción.
“¡Soldados! Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate y contad con la victoria, que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas”.
El 4 de abril se expresaba de esta manera en una carta al a su amigo Guillermo White:
“Antes de ayer, el general Páez ha logrado un golpe admirable sobre Morillo, y que pudo haber sido completamente decisivo, si la noche no lo hubiera ocultado a nuestras lanzas. No pensábamos más que darle a conocer la superioridad de nuestra caballería; y así, no aprovechamos el brillante resultado que tuvimos, porque no habíamos preparado el lance para ello. Arrollamos todo el ejército cuando sólo pensábamos batir parte de su caballería. Ciento cincuenta valientes, mandados por el general Páez, no podrían solos destruir todo un ejército, estando nuestras tropas con el Arauca por medio”.
Entre los soldados que acompañaron a Páez en esta famosa batalla, Negro Primero lleva el numero 34, mas entre los 24 teniente del grupo, tiene el número 1°. Negro Primero “es, por tanto, el primero de los tenientes —escribe Aristides Rojas—, que figuraron entre los ciento cincuenta héroes de las Queseras, el 2 de abril de 1819”.
EL MONUMENTO
El sitio donde se realizó la “proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones”, estuvo olvidado hasta el año 1966 cuando el Gobernador de Apure don Ricardo Montilla colocó allí la Piedra Fundacional, con la idea de construir un gigantesco monumento para celebrar el Sesquicentenario en 1969, no pudo hacerlo pues fue destituido. “Pasaron 20 años y fue el Capitán Hugo Rafael Chávez Frías, con su fervor Bolivariano y amor por el Apure, quien con soldados bajo su Comando levantó el 1er. Monumento 1986. Después lo mejoró Aguilarte Gámez con el Batallón de Ingenieros; en 2019, Carrizalez Rengifo recuperó lo que habían dejado en ruinas”. (Escribe Óscar Adolfo Alvarado en Una Pizca de Historia Regional del Apure 051/2024)
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Manuel Ortega
Cronista del municipio Pedro Camejo
Ortegamanuel1818@gmail.com
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