Tal
día como hoy Páez,con el payareño Negro Primero y ciento cuarenta
y nueve lanceros
pasa
el
río
Arauca,
los
forma
en
tres
columnas
de
cincuenta
cada
una,
y
se
va
contra
el
enemigo. Pablo Morillo
a
su
vez
mueve
contra
él
todas
sus
fuerzas.
¡Seis
mil
hombres
contra
ciento
cincuenta!
Páez,
Negro
Primero
y
los
149
se
lanzaron
a
pelear
con
los
realistas,
unas
veces
los
atacaban
y
otras
apresuraban
su
fuga,
alejando
cada
vez
más
a
sus
perseguidores
del
grueso
del
ejército.
Cuando
Páez
vio
que
toda
la
caballería
realista
formaba
un
solo
cuerpo
y
que
en
el
ardor
de
la
persecución
había
dejado
atrás
a
los
fusileros,
grita
a
sus
hombres:
—Vuelvan
caras.
Al
oír
el
grito
de
mando,
Negro
Primero
y
sus
compañeros
obedecieron,
detuvieron
los
caballos
para
volver
caras.
El
ademán
del
negro
“es
atento,
sonreído,
dispuesto
a
la
terrible
embestida
—dice
Arístides
Rojas—,
al
choque
sangriento,
cuando
llegue
el
momento
de
esgrimir
la
poderosa
lanza
que
lleva
en
la
mano
derecha”.
Cuando
llegó
el
momento
los
patriotas
ordenados
en
grupo
de
a
veinte
hombres:
apuntaron
lanzas,
apretaron
los
ijares
de
los
caballos
y
se
lanzaron
sobre
los
escuadrones
de
enemigos.
Cuando
llegaron
se
metieron
por
entre
las
filas
realistas,
de
frente
y
por
los
flancos,
y,
sin
darle
descanso,
la
alancearon,
la
atropellaron
y
la
desbarataron.
Al
ver
esto,
el
ejército
entero
de
Morillo,
aturdido
y
espantado,
retrocede,
se
desbanda,
se
refugia
en
un
bosque,
el
cual
favorecen
su
retirada.
Cuando
llegó
la
noche
cesó
la
matanza,
los
patriotas
se
arrojaron
al
río
y
se
presentaron
victoriosos
ante
Bolívar.
¡Qué
increíble
batalla
en
la
que
participó
Negro
Primero!,
las
cifras
lo
demuestran,
los
realistas
dejaron
tendidos
en
el
campo
cerca
de
quinientos
hombres;
de
los
ciento
cincuenta
patriotas,
salieron
heridos
del
combate,
entre
otros,
el
teniente
coronel
Manuel
Arraiz,
y
los
capitanes
Francisco
Antonio
Salazar
y
Juan
Santiago
Torres;
“muertos
solamente
dos
—dice
Páez—,
Isidoro
Mujica
y
el
cabo
primero
Manuel
Martínez;
pero
la
anchura
de
sus
heridas
y
el
tenerlas
en
la
espalda
nos
demostraban
que
habían
sido
abiertas
por
lanzas
de
los
nuestros,
que
en
la
confusión
y
oscuridad
habían
tomado
por
enemigos
á
aquellos
compañeros
suyos”.
El
día
después
de
esta
gloriosa
batalla,
en
Cuartel
General
en
los
Potreritos
Marrereños,
Bolívar
les
confirió
a
los
150
héroes
de esa increíble batalla, la
Orden
de
los
Libertadores
de
Venezuela
con
esta
hermosa
proclama:
“¡Soldados!
acabáis
de
ejecutar
la
proeza
más
extraordinaria
que
puede
celebrar
la
historia
militar
de
las
naciones.
Ciento
cincuenta
hombres,
mejor
diré,
ciento
cincuenta
héroes,
guiados
por
el
impertérrito
general
Páez,
de
propósito
deliberado
han
atacado
de
frente
a
todo
el
ejército
español
de
Morillo.
Artillería,
infantería,
caballería,
nada
ha
bastado
al
enemigo
para
defenderse
de
los
150
compañeros
del
intrepidísimo
Páez.
Las
columnas
de
caballería
han
sucumbido
al
golpe
de
nuestras
lanzas;
la
infantería
ha
buscado
un
asilo
en
el
bosque;
los
fuegos
de
sus
cañones
han
cesado
delante
de
los
pechos
de
nuestros
caballos.
Sólo
las
tinieblas
habrían
preservado
a
ese
ejército
de
viles
tiranos
de
una
completa
y
absoluta
destrucción.
“¡Soldados!
lo
que
se
ha
hecho
no
es
más
que
un
preludio
de
lo
que
podéis
hacer.
Preparaos
al
combate
y
contad
con
la
victoria,
que
lleváis
en
las
puntas
de
vuestras
lanzas
y
de
vuestras
bayonetas”.
El
4
de
abril
se
expresaba
de
esta
manera
en
una
carta
al
a
su
amigo
Guillermo
White:
“Antes
de
ayer,
el
general
Páez
ha
logrado
un
golpe
admirable
sobre
Morillo,
y
que
pudo
haber
sido
completamente
decisivo,
si
la
noche
no
lo
hubiera
ocultado
a
nuestras
lanzas.
No
pensábamos
más
que
darle
a
conocer
la
superioridad
de
nuestra
caballería;
y
así,
no
aprovechamos
el
brillante
resultado
que
tuvimos,
porque
no
habíamos
preparado
el
lance
para
ello.
Arrollamos
todo
el
ejército
cuando
sólo
pensábamos
batir
parte
de
su
caballería.
Ciento
cincuenta
valientes,
mandados
por
el
general
Páez,
no
podrían
solos
destruir
todo
un
ejército,
estando
nuestras
tropas
con
el
Arauca
por
medio”.
Entre
los soldados que acompañaron a Páez en esta famosa batalla, Negro
Primero lleva el numero 34, mas entre los 24 teniente del grupo,
tiene el número 1°. Negro Primero “es,
por tanto, el primero de los tenientes —escribe Aristides Rojas—,
que figuraron entre los ciento cincuenta héroes de las Queseras, el
2 de abril de 1819”.
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