Un 29 de marzo de hace 177 años, el Departamento de Guerra y Marina de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845, acuerda concederle la cédula N°. 327, correspondiente al grado de teniente a la señora Juana Andrea Solórzano viuda del teniente Pedro Camejo.
La historia cuenta que Pedro Camejo (a) Negro Primero “vecino de San Juan de Payara. Casó con Juana Andrea Solórzano”. Por el certificado del padre Julián de Santos párroco de San Fernando de Apure, se deduce que el matrimonio se realizó en San Juan de Payara y seguro que por el cariño que Páez le tenía al negro, el día del casamiento, realizó una gran fiesta con carne asada, bebidas típicas y buena música llanera.
La esposa de Pedro Camejo en la Leyenda Histórica El Negro I de Don Arístides Rojas es mencionada como Bizarra y descrita como “una hermosa zamba llanera”.
Rojas cuenta que el negro obtuvo “el sí de Bizarra” por la fuerza.
“En cierta mañana: —escribe Rojas—, al presentarse Camejo delante de Bolívar, éste le dice:
“— ¿Es cierto que usted, para obtener el sí de Bizarra la amarró a una palma y la fustigó con doscientos azotes?
“El Negro, que no aguardaba semejante pregunta, miró a derecha e izquierda, y encontrándose entre la verdad del hecho y la indelicadeza de confesarlo, cruzó los dedos de sus manos, y formando cinco cruces exclamó:
“— Por este puño de cruces, mi General, que es mentira cuanto le han dicho respecto de Bizarra.
“Este es el juramento falso de los pueblos de Venezuela. Con el cual pudo el llanero salvarse de nuevo interrogatorio”.
Negro Primero antes de su fallecimiento en “la Batalla de Carabobo, que él decía que iba a ser la cisiva”, le comunicó sus últimas disposiciones al General José Antonio Páez. Este, desde San Juan de Payara, el 14 de septiembre de 1821, le escribió al Presbítero Trinidad Travieso:
“Habiéndome comunicado el Teniente Pedo Camejo las últimas disposiciones antes de su fallecimiento, el día de la gloriosa acción de Carabobo, y siéndome preciso elegir una persona de mi confianza que las ponga en ejecución, modeladas por aquel Benemérito Defensor de la Patria, comisiono a usted para este fin, bajo las siguientes instrucciones: pago de deudas y destinar parte del sobrante a sufragios. Se encargará usted de todos los bienes conocidos de la propiedad del Teniente Pedro Camejo o por donación que le hiciere el estado o por su agencia personal; y la otra parte la entregará a su esposa Juana Andrea Solórzano.”
La historia cuenta que las tierras y el ganado del hato Chaparralito, que el general Páez le había donado al Negro Primero en 1818, por su entrega a la causa de la independencia, fueron vendidas a José Miguel Mirabal. Nadie cuenta que otros bienes tenía el Negro Primero, que le fuera donado el Estado o que él hubiera obtenido por agencia personal, tampoco se cuenta cuáles eran sus deudas y que “otra parte” el padre Travieso le entregó a su esposa Juana Andrea. Lo que si se cuenta es que en 1846, la viuda residenciada en San Fernando de Apure, casi tocaba “a las puertas de la mendicidad”. Lo que la llevó a reclamar la pensión de Montepío militar.
Como era analfabeta requirió de la ayuda de amigos con ilustración e influencia para poder cumplir los largos y complicados trámites que se exigían para obtener el Montepío Militar por se viuda de un prócer de la independencia. Debió demostrar con testigos que era pobre de solemnidad y que vivía honradamente sin obtener otros bienes que los que le proporcionaba su trabajo personal; esto la llevó a recurrir al General Páez quien certifica “que el ciudadano Pedro Camejo, se incorporó y tomó servicio en el Ejército de mi mando en esta Provincia el año de 1816, y que los continuó hasta el año 1821, que murió en el campo de Carabobo por una herida que recibió de arma de fuego en el momento del combate, y que por su valor sobresaliente mereció el ascenso de Teniente de Caballería, habiendo principiado su carrera de soldado raso. Y a pedimento de la señora Juana Andrea Solórzano, viuda del citado Camejo y para fines que le convengan, le doy ésta, que firmo en los Borales del Frío, el 13 de mayo de 1846”.
Juana Andrea también recurrió al Párroco de San Fernando de Apure, el padre Julián de Santos, quien certificó: que “la partida de matrimonio de Pedro José Camejo, con Juana Andrea Solórzano, no existe en el archivo de esta Santa Iglesia Parroquial. Y para los efectos que corresponde doy esta que firmo en San Fernando de Apure a 22 día del mes de Julio de 1846”.
El mismo día en la misma hoja, el padre Santos también certificó “que algunos libros parroquiales correspondientes a la Iglesia de San Juan de Payara, que existían en este archivo de San Fernando fueron destruidos por los insectos, siendo Párroco el Venerable Juan Bernardo García”.
También testificaron haber conocido al teniente Camejo, el comandante Miguel Pérez, de 51 años y el coronel Juan Antonio Mirabal “de sesenta y pico de años”. Ellos declararon que Juana Andrea era pobre de solemnidad y que se mantenía honradamente con su trabajo personal y que fue legítima esposa del teniente de Caballería Pedro Camejo.
Con las pruebas de los servicios, grade muerte de su esposo y su legítimo matrimonio, se dirigió la pobre viuda de Camejo ante el juzgado de primera Instancia en San Fernando, a pedir Justicia.
Los cinco folios que contienen las declaraciones y demás extremos de la ley expedidos por el juzgado de primera Instancia de San Fernando, están elaborados en papel común ordinario y tienen la siguiente nota: “Se devuelven estás diligencias a la interesada, quien apareciendo ser pobre de solemnidad no debe de abonar ningún derecho al ramo de justicia. El secretario (firma) Rosales”.
Juana Andrea finalmente, formula su solicitud ante el presidente de la República, con todos los recaudos necesarios, incluida además una carta de la junta de Montepío de San Fernando de Apure.
El 29 de marzo de 1847, el Departamento de Guerra y Marina de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845, acuerda concederle la cédula N°. 327, correspondiente al grado de teniente.
Veinticinco años después de la muerte de su valiente esposo, Juana Andrea comenzó a percibir una modesta pensión de 10 pesos mensuales, que fue reformada de acuerdo a la ley de 1852.
Por los documentos del Montepío militar se deduce que Negro Primero y Juana Andrea no tuvieron hijos. Por esto se puede decir que el negro vino a la tierra a cumplir una misión y una vez logrado su cometido, con él sucedió lo que decía Simón Bolívar cuando moría un héroe de la patria: “No ha muerto ni se teme que muera; pero si cesase de existir, vivirá siempre en los corazones de sus reconocidos compatriotas, y será eterno en los fastos de Venezuela”.
OBRAS CONSULTADAS:
Archivo General de la Nación, Ilustres Próceres de la Independencia, tomo 14, folio 81.
Autobiografía del general José Antonio Páez. Tomo primero. Colección Bicentenario Carabobo. Caracas, Venezuela, junio de 2021.
Arístides Rojas: “El Negro I”. En: Machado, José, Siete estudios históricos de Arístides Rojas. Caracas, Litografía del Comercio, 1924.
Argenis Méndez Echenique: Pedro Camejo, el Negro Primero, encarnación popular de la Libertad. Fundación editorial “Araucanía” San Fernando de Apure 2004.
Carlos Solórzano Márquez: El Negro Primero. Caracas, 1971.
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Manuel Ortega
Cronista del municipio Pedro Camejo
Ortegamanuel1818@gmail.com
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