Una
tarde, no recuerdo bien si era el mes de octubre o noviembre. Una tarde de uno
de esos meses, linda Flor apureña te ví por primera vez cruzar la avenida Negro
Primero de mi pueblo San Juan de Payara, hacia el lugar en donde yo me
encontraba.
Yo
era para ese entonces un muchacho de mala conducta, recuerdo que con una de mis
maldades te hice llorar pero esas lágrimas que derramaste por mi culpa, tocaron
mi corazón y poco a poco fue creciendo un gran cariño por ti. Ese sentimiento
de cariño con el paso del tiempo se transformó en un amor auténtico y
definitivo. Dios permitió que te conociera para que por medio del amor me diera
cuenta, que soy más que carne que tengo un espíritu.
Este
amor que nació en mi como un Samán que
nace en el llano sin que nadie lo siembre, me hizo creer en la existencia de
Dios porque como dice Miguel de Unamuno "El amor es la prueba de la
existencia de Dios".
Me pasó como aquellos versos de Alberto Arvelo Torrealba que dice:
Si no se riega no nace,
¿por qué a mi me nacería
Si tú nunca lo regaste?
Te
escribí poemas que se quedaron mudos en las páginas de un cuaderno, porque no
tuve valor para declararte mi amor.
Hoy
como siempre estoy pensando en ti y desde hace años voy acompañado de tus
gratos recuerdos. Hoy quiero contarte que a pesar que nunca te he tenido y a
pesar del tiempo y de la distancia que me aleja de ti, el amor que hace años
nació sin ningún arbitrio humano continúa creciendo en el terreno de mi
corazón.
MI AMOR POR TI
que no lo puede borrar
ni el tiempo ni la distancia
cómo un tatuaje en la piel
que permanece tan fiel
en ese mismo lugar.
es muy grande y verdadero
que cuando digo te quiero
lo digo de corazón
tan robusto y tan lozano
como un árbol en el llano
que es muy difícil arrancar.
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Manuel
Ortega
Cronista
del municipio Pedro Camejo
ortegamanuel1818@gmail.com
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