JUANA ANDREA SOLÓRZANO: UNA BIZARRA APUREÑA

Pedro Reina, Pedro y Juana, 2025


Juana Andrea Solórzano, la esposa del teniente de Caballería Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, nació en el pueblo de San Juan de Payara, en la década del noventa del siglo XVIII, nació Juana Andrea Solórzano. (Esto se deduce porque en el año 1846, ella se consideraba “en avanzada edad” y para esa época una persona que superaba los 50 años podía ser considerada en edad avanzada).

Esta mujer es mencionada en la Leyenda Histórica El Negro Primero como Bizarra. Este apodo nos da una idea de que Juana era una mujer “valiente, intrépida, osada, audaz, esforzada”.

En dicha Leyenda Histórica, Juana Andrea es descrita como una “hermosa Zamba llanera”. Por lo cual sabemos que era hija de padres de origen africano e indígena.

Juna Andrea Solórzano como muchos ancianos, mujeres y niños, siguió al General José Antonio Páez buscando protección. Este General antes de ir a los campos de batalla dejaba bajo custodia a la emigración de mujeres, niños, ancianos y soldados heridos.

El general Páez antes refiere que antes de la batalla del Yagual, dejó en los médanos de Araguayuna, distantes dieciséis o dieciocho leguas de Achaguas. En donde Páez antes de la batalla de El Yagual dejó a las mujeres, niños y los hombres inútiles para la campaña bajo la custodia de una compañía de caballería mando del capitán Pablo Aponte.

La zamba Juana Andrea en el Ejército actuaba como tropera, cocinando para los soldados, lavando ropa, cargando armas y pertrechos para los soldados del catire Páez. También ayudaba en el cuidado de heridos y parturientas.

Juana Andrea conoció al robusto negro Pedro Camejo, cuando este hombre de “gran valor, y sobre todo muy buena lanza” se incorporó al Ejército patriota comandado por el General Páez (octubre 1816). Esto queda demostrado cuando Camejo le cuenta al Libertador Simón Bolívar que en 1813 fue a la guerra a buscar fortuna, a conseguir tres aperos de plata, para compartirlos con sus amigos Mindola y Juan Rafael y a ella no la menciona y ella no la menciona.

Este negro rudo que se lanzaba de primero dando pruebas de valor todos reñidos encuentros que tuvieron contra los realistas, por lo que fue apodado Negro primero, se enamoro de ella y logró obtener su sí y hacia el año 1818. Por el certificado del padre Julián de Santos párroco de San Fernando de Apure, no queda duda que el matrimonio se realizó en San Juan de Payara y seguro que por el cariño que Páez le tenía al negro, el día del casamiento, realizó una gran fiesta con carne asada, bebidas típicas y buena música llanera.


Diego Pérez Polania, Pedro y Juana con inteligencia artificial, 2025


Rojas en su Leyenda Histórica, escribe que “en cierta mañana: al presentarse Camejo delante de Bolívar, éste le dice:

“— ¿Es cierto que usted, para obtener el sí de Bizarra la amarró a una palma y la fustigó con doscientos azotes?

“El Negro, que no aguardaba semejante pregunta, miró a derecha e izquierda, y encontrándose entre la verdad del hecho y la indelicadeza de confesarlo, cruzó los dedos de sus manos, y formando cinco cruces exclamó:

“— Por este puño de cruces, mi General, que es mentira cuanto le han dicho respecto de Bizarra.

“Este es el juramento falso de los pueblos de Venezuela. Con el cual pudo el llanero salvarse de nuevo interrogatorio”.

Una vez leído este diálogo cabe preguntarse: ¿Estaría presente el Libertador en la boda de Juana Andrea con Pedro José Camejo? Y la respuesta es: probablemente el Libertador estuvo presente en la boda porque ese mismo año visitó Apure por vez primera, y Negro Primero “poseía la candidez del hombre en su estado primitivo y uno de esos caracteres simpáticos que se atraen bien pronto el afecto de los que lo tratan”.

En ese mismo año, a su amado esposo por ser “uno de los más valientes Defensores de la república" que en todas las batallas contra los realistas, exponiendo su vida se lanzaba de primero "con el mayor arrojo y esfuerzo hasta destruirlos y aniquilarlos, quedando en uno de ellos al rigor de una bala manco de un pie e impedido para trabajar, pero no para seguir en el servicio, en el que ha manifestado mayor voluntad no perdiendo acción en que no se presente en el ser primero en arrojar a los tiranos".

Por estos servicios la República, deliberó recompensarlo, donándole como Haber Militar el hato Chaparralito en jurisdicción hoy de El Yagual municipio Achaguas. Esta donación fue confirmada por Simón Bolívar el 4 de abril de 1821.

En San Carlos de Cojedes en los días anteriores a la batalla de Carabobo, Juan Andrea atendió a su amado esposo que se encontraba quebrantado de salud por algunas heridas recibidas en los combates y porque se le había agravado la herida del pie. (Su esposo no estaba en condiciones para combatir, pero por sobre las dolencias se impuso un doble deber: el de estar al lado de su venerado General Páez).

El 24 de junio, El Primero (como Juana lo llamaba) a pesar de su quebrantada salud combatió en la batalla decisiva de Carabobo en donde "a los primeros tiros, cayó herido mortalmente, y tal noticia produjo después un profundo dolor en todo el ejército. Bolívar, cuando lo supo, la consideró como una desgracia, y se lamentaba de que no le hubiese sido dado presentar en Caracas aquel hombre que llamaba sin igual en la sencillez, y, sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que expresaba sus ideas”.

El 14 de septiembre de 1821, desde San Juan de Payara el General Páez le escribió al Presbítero Trinidad Travieso la siguiente carta en la que se nombra a Juana Andrea Solórzano:

“Habiéndome comunicado el Teniente Pedro Camejo las últimas disposiciones antes de su fallecimiento, el día de la gloriosa acción de Carabobo, y siéndome preciso elegir una persona de mi confianza que las ponga en ejecución, modeladas por aquel Benemérito Defensor de la Patria, comisiono a usted para este fin, bajo las siguientes instrucciones: pago de deudas y destinar parte del sobrante a sufragios. Se encargará usted de todos los bienes conocidos de la propiedad del Teniente Pedro Camejo o por donación que le hiciere el estado o por su agencia personal; y la otra parte la entregará a su esposa Juana Andrea Solórzano”.

La historia cuenta que las tierras y el ganado del hato Chaparralito, que el general Páez le había donado al Negro Primero en 1818, por su entrega a la causa de la independencia, fueron vendidas a José Miguel Mirabal. Nadie cuenta que otros bienes tenía Negro Primero, que le fuera donado el Estado o que él hubiera obtenido por agencia personal, tampoco se cuenta cuáles eran sus deudas y que «otra parte» el padre Travieso le entregó a su esposa Juana Andrea. Lo que si se cuenta es que en 1846, la viuda residenciada en San Fernando de Apure, casi tocaba “a las puertas de la mendicidad”, en 1846 que reclamó la pensión de Montepío militar.

Porque Juana Andrea Solórzano no sabía escribir firmaron las solicitudes a ruego de ella los señores C Gamarra y del señor Manuel Betancourt

Debió demostrar con testigos que era pobre de solemnidad y que vivía honradamente sin obtener otros bienes que los que le proporcionaba su trabajo personal; esto la llevó a recurrir al General Páez, quien en papel oficial que tenía un valor de “dos reales”, le otorgó el siguiente certificado:

 “Certifico que el ciudadano Pedro Camejo, se incorporó y tomó servicio en el Ejército de mi mando en esta Provincia el año de 1816, y que los continuó hasta el de 1821, que murió en el campo de Carabobo por una herida que recibió de arma de fuego en el momento del combate, y que por su valor sobresaliente mereció el acenso de Teniente de Caballería, habiendo principiado su carrera de soldado raso: Y a pedimento de la señora Juana Andrea Solórzano, viuda del citado Camejo y para fines que le convengan, le doy esta, que firmo en los Borales del Frío, el 13 de mayo de 1846”.

Con el certificado del General José Antonio Páez y los testigos comandante Miguel Pérez de 51 años de edad y el coronel Juan Antonio Mirabal de “de sesenta y pico de años”, se presentó la viuda de Camejo al Tribunal de Primera Instancia de San Fernando de Apure para pedir justicia.

En el tribunal Miguel Pérez y Juan Antonio Mirabal declararon que esta mujer que era pobre de solemnidad y se mantenía honradamente con su trabajo personal, fue legítima esposa del Teniente de Caballería Pedro Camejo, quien “murió con este grado en el Campo de Carabobo el 24 de junio del año 1821, peleando contra los enemigos de la libertad”.

Juana Andrea también recurrió al Párroco de San Fernando de Apure, el padre Julián de Santos, quién certificó que “la partida de matrimonio de Pedro José Camejo, con Juana Andrea Solórzano, no existe en el archivo de esta Santa Iglesia Parroquial. Y para los efectos que corresponde doy esta que firmo en San Fernando de Apure a 22 días del mes de Julio de 1846”.

El mismo día, en la misma hoja, el padre Santos también certificó “que algunos libros parroquiales correspondientes a la Iglesia de San Juan de Payara, que existían en este archivo de San Fernando fueron destruidos por los insectos, siendo Párroco el Venerable Juan Bernardo García”.

Los cinco folios que contienen las declaraciones y demás extremos de la ley expedidos por el juzgado de primera Instancia de San Fernando, están elaborados en papel común ordinario y tienen la siguiente nota firmada por el secretario Rosales: “Se devuelven estas diligencias a la interesada, quien apareciendo ser pobre de solemnidad no debe de abonar ningún derecho al ramo de justicia”.

Juana Andrea finalmente, formuló su solicitud ante el presidente de la República, con todos los recaudos necesarios, incluida además una carta de la junta de Montepío de San Fernando de Apure.

El 29 de marzo de 1847, el Departamento de Guerra y Marina de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845, acuerda concederle la cédula Número 327, correspondiente al grado de Teniente.

Veinticinco años después de la muerte de su valiente esposo, Juana Andrea comenzó a percibir una modesta pensión de 10 pesos mensuales. Esta cédula se reformó el 13 de julio de 1852, conforme la ley de dicho año, “y según el artículo 18 del decreto reglamentario”.

Por los documentos del Montepío militar se deduce que Negro Primero y Juana Andrea no tuvieron hijos. Por esto, se puede decir: que ambos vinieron a la tierra a cumplir una misión, y una vez cumplida, con ellos sucedió lo que decía nuestro Libertador Simón Bolívar cuando moría un héroe de la patria: “No ha muerto ni se teme que muera; pero si cesase de existir, vivirá siempre en los corazones de sus reconocidos compatriotas, y será eterno en los fastos de Venezuela”.


OBRAS CONSULTADAS:

Archivo General de la Nación. Caracas. Negro Primero. Ilustres Próceres. Tomo 14. Folio 81.

Autobiografía del general José Antonio Páez Tomo primero Colección Bicentenario Carabobo, Caracas, Venezuela, junio de 2021.

Centro de Historia del estado Trujillo 1976 Boletín Ediciones 27-30. “Negro Primero”. Enfermo acudió a combatir Pedro Camejo. M.A, Palma Labastida.

Carlos Solórzano Márquez: El Negro Primero. Caracas, 1971.

Dávila, Vicente. Diccionario Biográfico de Ilustres Próceres de la Independencia Suramericana. Caracas, Imprenta Bolívar, 1924. T. I.

Rojas Arístides, “El Negro I”. En: Machado, José, Siete estudios históricos de Arístides Rojas. Caracas, Litografía del Comercio, 1924.


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Manuel Ortega López

Cronista Oficial del municipio Pedro Camejo del estado Apure

cronistadepedrocamejo@gmail.com

14 DE JULIO: A 179 años de la solicitud de Juana Andrea Solórzano al Presidente de la República, para que le conceda el Montepío Militar


En 1846, Juan Andrea Solórzano reclamó Montepío Militar por ser viuda del prócer de la independencia, Pedro Camejo, conocido como Negro Primero.

Para cumplir con los trámites y obtener la pensión de Montepío Militar, el 5 de julio tuvo que recurrir "al Sr. Manuel Betancourt para que por ella firmase la solicitud, por ella no saber escribir".¹

El 14 de julio el señor Manuel Betancourt, escribió la solicitud al Señor presidente de la República. (El General Carlos Soublette para ese año ocupaba dicho cargo).

Respetando la grafía, a continuación se transcribe dicha solicitud:

“Exmo Sr. Presidente de la República

“Juana Andrea Solórzano viuda del teniente de caballería Pedro Camejo, alias El Primero, a V.E. con el debido respeto represento. Que por los adjuntos documentos verá V.E. comprobado la legitimidad que tengo al goce del montepío militar correspondiente al grado que tenía mi finado esposo cuando murió.

“Aquellos documentos se componen de una certificación del Excmo. Sr General Páez de la declaraciones de los gefes coronel Juan Antonio Mirabal y comandante Miguel Pérez, probatorias de los servicios, grande muerte de mi causante, y mi legitimo matrimonio. Están pues cumplidos los preceptos de la ley del 27 de Mayo de 1845 y el decreto del poder ejecutivo del 20 de Junio del mismo año sobre la materia.

“V.E. como uno de los mas consientes procer de la Yndependencia, debió conocer personalmente los importantes servicios de mi finado esposo bajo el conocido nombre del Primero, tributo a la patria en la guerra de la Yndependencia al mando del Esclarecido Gral. Páez en la dura campaña del Apure y por fin en la decisiva batalla de Carabobo donde murió. Por estas razones que deben robustecer de todo punto la prueba legal en que apoyo mi solicitud.

“A V.E. suplico se sirva declararme con derecho al pequeño auxilio que la patria agradecida ha dedicado, entre otros, a las viudas que como yo en avanzada edad casi tocan las puertas de la mendicidad. – Es gracia espero merecer de la venevolencia del Gobierno Supremo.

"San Fernando de Apure, 14 de Julio de 1846

"A ruego de Juana Andrea Solórzano

                                         "Manuel Betancourt".²




NOTAS:

¹ Archivo General de la Nación. Caracas. Negro Primero. Ilustres Próceres. Tomo 14. Folio 91

² Archivo General de la Nación. Caracas. Negro Primero. Ilustres Próceres. Tomo 14.


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Manuel Ortega López

Cronista Oficial del municipio Pedro Camejo del estado Apure

cronistadepedrocamejo@gmail.com

1846: JUANA ANDREA VIUDA "EN AVANZADA EDAD".

Pedro Reina. Pedro camejo
y Juana Andrea Solórzano (detalle).
San Fernando de Apure 2025.


En 1846, Juana Andrea Solórzano, la viuda del teniente de Caballería Pedro Camejo, apodado "Negro Primero", se consideraba de avanzada edad cuando realizó la solicitud del Montepio Militar al Presidente de la República de Venezuela, el General Carlos Soublette.

"A V.E. suplico se sirva declararme en derecho al pequeño auxilio que la patria agradecida ha dedicado, entre otros, a las viudas que como yo en avanzada edad casi tocan las puertas de la mendicidad".¹

En Venezuela para esa época, la esperanza de vida era considerablemente más baja que en la actualidad, por lo que las personas que superaban los 50 años podrían considerarse en una edad avanzada. Por esta razón, podemos afirmar que "la hermosa zamba" Juan Andrea Solórzano, viuda de Pedro Camejo, nació probablemente en la década del 90 del siglo XVIII.

NOTA:

¹Carta al presidente de la República en San Fernando de Apure, el 14 de julio de 1846. Fuente: Archivo General de la Nación, Ilustres Próceres de la Independencia, tomo 14, folio 91.

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Manuel Ortega Cronista Oficial del municipio Pedro Camejo, estado Apure. cronistadepedrocamejo@gmail.com

EL ADIÓS DEL PAYAREÑO

 


Hoy hace 204 años el "vecino de San Juan de Payara",  Pedro Camejo (a) Negro Primero "uno de los más valientes defensores de la República", en lo más recio de la batalla de Carabobo, al sentir que la bala española ha penetrado en su pecho, un noble sentimiento de lealtad le sostiene y le hace retroceder en solicitud de Páez que venía más atrás. Iba a darle el adiós postrero antes de caer exánime.

Eduardo Blanco en su obra Venezuela Heroica, cuenta que el General Páez pensando que el negro más pujante de los llaneros estaba huyendo “le sale al encuentro, y apostrofando con dureza a aquel su antiguo émulo en bravura en cien reñidas lides, le grita amenazándole con un gesto terrible: «¿Tienes miedo?… ¿no quedan ya enemigos?… ¡vuelve y hazte matar!…» Al oír aquella voz que resuena irritada, caballo y jinete se detienen: el primero, que ya no puede dar un paso más, dobla las piernas como para abatirse: el segundo, abre los ojos que resplandecen como ascuas y se yergue en la silla; luego arroja por tierra la poderosa lanza, rompe con ambas manos el sangriento dormán, y poniendo al descubierto su desnudo pecho, donde sangran copiosamente dos profundas heridas, exclama balbuciente: «Mi general… vengo a decirle adiós… porque estoy muerto». Y caballo y jinete ruedan sin vida sobre el revuelto polvo, a tiempo que la nube se rasga y deja ver a nuestros llaneros vencedores, lanceando por la espalda a los escuadrones españoles que huyen despavoridos”.

Algunos cuentan que Pedro Camejo, no se despidió del General Páez como lo cuenta Eduardo Blanco, y argumentan diciendo que Venezuela Heroica es una novela romántica. Eduardo Blanco fue edecán del General José Antonio Páez entre 1861 y 1863. Blanco, mientras era ayudante de campo de Páez, tuvo la oportunidad de escuchar de primera mano el relato de la muerte del Negro Primero, a quien Páez recordaba con más cariño, e incorporó dicho relato dándole una carga literaria.

El general Páez no dice que Negro Primero murió de forma instantánea, lo cuenta en su Autobiografía, es que "el día de la batalla, a los primeros tiros, cayó herido mortalmente". 

La expresión "herido mortalmente", no implica necesariamente la muerte instantánea, sino que la lesión es tan grave que le causará la muerte. Por lo que no es absurdo pensar que Negro Primero por el sentimiento de lealtad que tenía por el General Páez, al sentir que la bala española había penetrado en su pecho retrocediera en busca de Páez, que venía más atrás, para despedirse de él, diciéndole: «Mi general… vengo a decirle adiós… porque estoy muerto».

La lealtad de Negro Primero a Páez se ve cuando les decía a sus compañeros de armas: "Si el Mayordomo (Páez), me quiere, yo por él doy hasta la vida; al Tio por supuesto (Bolívar) puedo acompañarle hasta las Cocuizas, pero en Caracas no me verá jamás".

El Libertador Simón Bolívar se habría lamentado al enterase de la muerte de Negro Primero, según lo atestigua Páez: “El día de la batalla, a los primeros tiros, cayó herido mortalmente, y tal noticia produjo después un profundo dolor en todo el ejército. Bolívar cuando lo supo, la consideró como una desgracia y se lamentaba de que no le hubiese sido dado presentar en Caracas aquel hombre que llamaba sin igual en la sencillez, y sobre todo, admirable en el estilo peculiar en que expresaba sus ideas”.

“El Negro Primero, —escribe Capella Toledo— por sus preocupaciones y su nombre no quedada bien en un estrecho cementerio… Necesitaba de amplia tumba, al calor del sol, entre bosques de laureles y rodeada de trofeos!...”.


NOTAS:

Autobiografía del general José Antonio Páez. Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, junio de 2021 Tomo I. Págs 258–261

Eduardo Blanco. Venezuela heroica. Cuadros históricos  Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, mayo de 2021. Págs 194–195

Rojas Arístides, “El Negro I”. En: Machado, José, Siete estudios históricos de Arístides Rojas. Caracas, Litografía del Comercio, 1924. Págs 51—66


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Manuel Ortega

Cronista Oficial del municipio Pedro Camejo del estado Apure.

cronistadepedrocamejo@gmail.com







PEDRO CAMEJO BAJO LAS ÓRDENES DE NEGRO PRIMERO


Los lanceros de Páez (1959) de Oswaldo Subero.


Pedro José Camejo con ropas haraposas se paseaba por  las calles del municipio El Socorro estado Guárico, "solicitando de la caridad pública el duro mendrugo con que sostiene su miserable vida",¹ abandonado de todos vivía en una solitaria choza.

Pedro José Camejo nacido en el municipio Chaguaramas del estado Guárico hacía el año 1791, «se alistó como soldado» en ejército del General José Antonio Páez, quedando bajo las órdenes del también llamado Pedro José Camejo alias Negro Primero (1790) de San Juan de Payara, quien después del combate en La Cruz (22/07/1819), «no se ocupó más que en disciplinar reclutas, domar caballos, coger toros y ponerlos, en dehesa».²

¡Qué cosas tiene nuestra historia! Aquí nos encontramos con un homónimo que es un adjetivo que permite hacer referencia a dos o más personas o cosas que llevan un mismo nombre.

En enero de 1906, el señor Ramón Solórzano Gómez, escribió en una carta al director del diario “El Constitucional”, desde Valle de La Pascua, queriendo hacer notar al presidente Cipriano Castro la lamentable situación de Pedro José Camejo el de Chaguaramas.

“Por este mismo correo le remito una fotografía del capitán Pedro José Camejo, Prócer de nuestra guerra magna. El capitán Camejo fue de los ciento y cincuenta centauros que bajo las órdenes del invicto General José Antonio Páez dieron cima a la grandiosa epopeya de Las Queseras del Medio. Fue héroe en el Yagual, Mata de la Miel, Mosquiteros, Carabobo, etc., etc.

“Hoy, paralítico del brazo que armó de una poderosa lanza contribuyendo a darnos Patria y Libertad, se arrastra haraposo por las calles del Municipio El Socorro, solicitando de la caridad pública el duro mendrugo con que sostiene su miserable vida, abandonado de todos en solitaria choza, donde espera el fin de su penosa y triste existencia. El Capitán Camejo es natural del Municipio Chaguaramas y se alistó como soldado bajo las órdenes del renombrado Negro Primero Se le calculan ciento quince años de edad.

“Al hacer conocer al pueblo Venezolano al Prócer Capitán Pedro José Camejo, sólo me guía el deseo de que el General Cipriano Castro, que da al César lo que es del César, lo restaure en sus fueros y en sus glorias alcanzadas en los campos de batalla de nuestra emancipación. El General Castro con su proverbial justicia borrará el ingrato pasado de nuestros anteriores gobiernos, que con su indiferencia mantenían en la miseria a uno de nuestros Libertadores.” ³

Cipriano Castro respondió, cinco días después, por vía telegráfica:

“Señor Ramón Solórzano Gómez: Diga usted al Capitán Pedro José Camejo, Prócer de la Independencia, que gire contra el Tesoro Nacional por la suma de cuatro mil bolívares".⁴

NOTAS:

¹ Revista Memorias de Venezuela, n.º 3, mayo-junio 2008, pág 65.

² Luis Capella Toledo. Leyendas Históricas (La Sombra Negra). Tercera Edicion, Tomo primero. Bogotá Imprenta de "La Luz" 1884. Pág 179

³ Obra citada Revista Memorias de Venezuela. Pág 65

⁴ Obra citada Revista Memorias de Venezuela. Pág 65

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Manuel Ortega

Cronista Oficial del municipio Pedro Camejo

ortegamanuel1818@gmail.com

31 DE ENERO: Bolívar entró por primera vez a San Juan de Payara



Un día como hoy de hace 207 años  el Libertador Simón Bolívar por primera vez entró  triunfalmente a San Juan de Payara.

El mismo Bolívar en una carta fechada en Payara el 5 de febrero, dice: "El 31 del pasado tuve la satisfacción de llegar a este pueblo, donde me aguardaba el señor General Páez  con la mayor parte de su División".

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Ya para finalizar el año 1817, cuando el General José Antonio Páez, tenía a sus órdenes un ejército de hombres invencibles que le obedecían gustosos y lo querían como a un padre, y se hallaba investido de una autoridad omnímoda, el Libertador Simón Bolívar a quien Páez “no conocía aun personalmente” le envió desde Angostura a los coroneles Manuel Manrique y Vicente Parejo a proponerle que le reconociese como jefe supremo de la república. Páez recibió respetuosamente a los comisionados en el hato del Yagual y después de la reunión con los comisionados de Bolívar, formó las tropas que tenía en el Yagual, he  hizo venir al padre Ramón Ignacio Méndez, —arzobispo después de Caracas—, para que a presencia de aquellos le recibiese juramento de reconocer como jefe supremo al general Bolívar, y mandó después que las tropas siguieran su ejemplo, “ordenando hiciesen lo mismo los cuerpos que se hallaban en otros puntos”.

Cuando Bolívar se enteró de lo sucedido, le informó a Páez su intención de marchar a sus campamentos para abrir campaña desde el sector del Apure, y el 31 de diciembre de 1817, Bolívar zarpó desde Angostura rumbo al Apure a reunirse con Páez en San Juan de Payara, donde el caudillo lo estaba esperando.

Después de un largo viaje, el 30 de enero, El Libertador llegó al Hato cañafistola como a cuatro leguas de Payara. Sabiendo Páez que Bolívar se hallaba en dicho hato, se adelanto a su encuentro, acompañado de los principales jefes de su ejército. Apenas Bolívar lo vio a lo lejos, montó inmediatamente a caballo para salir a recibirlo, y al encontrarse  echaron pié a tierra, y con muestras del mayor contento se dieron un estrecho abrazo. Páez le manifestó “que tenia por felicísimo presagio para la causa de la patria el verle en los llanos, y esperaba que su privilegiada inteligencia, encontrando nuevos medios y utilizando los recursos que poníamos á su disposición, lanzaría rayos de destrucción contra el enemigo que estábamos tratando de vencer”. Bolívar con la generosidad que le caracterizaba, le contestó en frases lisonjeras, ponderando su constancia en resistir los peligros y necesidades de todo género con que había tenido que luchar en defensa de la patria, “y asegurando que con nuestros mutuos esfuerzos acabaríamos de destruir al enemigo que la oprimía”.

Después de la entrevista Páez regresó a San Juan de Payara y Bolívar partió con la caballería para Caujaral. En la mañana del 31 de enero Páez llegó a donde estaba el Libertador para conducirlo a su campamento. Bolívar pasó el río Arauca con todo el ejército y tuvo *“la satisfacción"* de entrar triunfalmente a *San Juan de Payara*, en medio del entusiasmo popular y bajo un arco de lanzas, que a su paso por la calle principal, formaron los escuadrones de jinetes de Páez. La infantería hizo su entrada al pueblo y fue a acampar al Este del lugar. La caballería fue mandada a acampar a orillas del río.

El General Páez ofreció una gran comida al Libertador en la cual pudo éste apreciar los profundos contrates que necesitaban aún ser superados para dar realidad a la nación que ambicionaba emancipar. Los llaneros de Páez —expansivos, violentos, primitivos— sentados a los lados de los generales y oficiales de Bolívar —disciplinados, correctos y respetuosos de las jerarquías militares—, suscitaban la impresión del frágil contacto entre dos mundos distintos, entre los cuales parecía casi imposible tender un puente de mutua comprensión.

NOTAS:

Autobiografía del general José Antonio Páez. Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, junio de 2021 Tomo I. Págs 173- 177

Memorias del General O`Leary Edición Facsimilar Digital de la Primera Impresión Realizada entre 1879 y 1888. Centro de Estudios Simón Bolívar Caracas, Venezuela, 2020 Tomo XVIII. Págs 556-560.

Indalecio Liévano Aguirre. Bolivar. Edición auspiciada por la Presidencia de la República y por la Academia Nacional de la Historia. Caracas 1988 Pás 231-233


BOLÍVAR Y CAMEJO


Cuando el Libertador Simón Bolívar llegó a San Juan de Payara, durante el desarrollo de la Campaña del Centro, le hablaron con gran entusiasmo del valiente payareño Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, refiriéndole que cuando el negro supo que él debía venir a reunirse con el General Páez en el Apure, les recomendó a todos muy vivamente que no fueran a decirle que él había servido en el ejército realista comandado por José Yáñez.

Cuando Bolívar lo vio por primera vez, se le acercó con mucho afecto, y después de congratularse con él por su valor le dijo:

—¿Pero qué le movió a usted a servir en las filas de nuestros enemigos?

Miró el negro a los circunstantes como si quisiera enrostrarles la indiscreción que habían cometido, y dijo después:

—Señor, la codicia.

—¿Cómo así? Preguntó Bolívar.

—Yo había notado —continuó el negro—, que todo el mundo iba a la guerra sin camisa y sin una peseta y volvía después vestido con un uniforme muy bonito y con dinero en el bolsillo. Entonces yo quise ir también a buscar fortuna y más que nada a conseguir tres aperos de plata, uno para el negro Mindola, otro para Juan Rafael y otro para mí. La primera batalla que tuvimos con los patriotas fue la de Araure: ellos tenían más de mil hombres, como yo se lo decía a mi compadre José Félix: nosotros teníamos mucha más gente y yo gritaba que me diesen cualquier arma con que pelear, porque yo estaba seguro de que nosotros íbamos a vencer. Cuando creí que se había acabado la pelea, me apeé de mi caballo y fui a quitarle una casaca muy bonita a un blanco que estaba tendido y muerto en el suelo. En ese momento vino el comandante gritando ‘A caballo’. ¿Cómo es eso, dije yo, pues no se acabó esta guerra?—Acabarse, nada de eso; venía tanta gente que parecía una zamurada.

—¿Qué decía usted entonces? —dijo Bolívar.

—Deseaba que fuéramos a tomar paces. No hubo más remedio que huir, y yo echo a correr en mi mula, pero el maldito animal se me cansó y tuve que coger monte a pié. El día siguiente yo y José Félix fuimos a un hato a ver si nos daban qué comer; pero su dueño cuando supo que yo era de las tropas de Ñaña (Yáñez) me miró con tan malos ojos, que me pareció mejor huir e irme al Apure.

—Dicen —le interrumpió Bolívar—, que allí mataba usted las vacas que no le pertenecían.

—Por supuesto —replicó—, y si no ¿qué comía? En fin vino el mayordomo (así llamaba a Páez) al Apure, y nos enseñó lo que era la patria y que la diablocracia no era ninguna cosa mala, y desde entonces yo estoy sirviendo a los patriotas.

Está conversación sostenida en un lenguaje sui generi, divirtió mucho a Bolívar, y en las marchas el Negro Primero les servía de gran distracción y entretenimiento.

En este encuentro del Libertador que en apariencia era débil de complexión y acostumbrado desde sus primeros años a los regalos del hogar doméstico, con Negro Primero que era un robusto atleta que no había conocido jamás otro linaje de vida que la lucha continua con los elementos y las fieras: se vieron reunidos según el General Páez: “los dos indispensables elementos para hacer la guerra: la fuerza intelectual que dirige y organiza los planes, y la material que los lleva a cumplido efecto, elementos ambos que se ayudan mutuamente y que nada pueden el uno sin el otro”. 

El diálogo del Libertador y Negro Primero, según Laureano Vallenilla Lanz en su Cesarismo democrático: “es de una gran significación histórica, porque revela la mentalidad de la mayoría de los hombres que después de haber servido con Boves y Yáñez, cometiendo los más espantosos crímenes, convirtiendo el territorio entero de Venezuela «en un vasto campo de carnicería» vinieron a ser con Páez, Monagas, Cedeño, Zaraza, los heroicos defensores de la Independencia; y además comprueba el prestigio que iba conquistando la causa de la Patria en el seno de las bajas clases populares, a los esfuerzos enormes de los próceres. Ya la Patria podía ofrecer a los que abandonaban las filas realistas, lo que constituía para ellos una ilusión: un uniforme y un apero; ya podía abrirles el camino de los honores, elevando hasta los esclavos, como Pedro Camejo, a las altas jerarquías militares”.

NOTAS:

Autobiografía del general José Antonio Páez. Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, junio de 2021 Tomo I. Págs 259-261

Laureano Vallenilla Lanz. El Cesarismo democrático Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, septiembre de 2021. Pág 41-43


CUATRO DÍAS EN PAYARA


En esta visita Bolívar a San Juan de Payara, estuvo cuatro días, impaciente por comenzar la Campaña del Centro. El Libertador, meditaba de qué manera pasaría el río de Apure con el ejército, no teniendo embarcaciones en que hacerlo, y estando las del enemigo guardando el único lugar por donde podían pasarlo sin riesgo del cañón de la plaza. En gran incertidumbre se hallaba, por no encontrar el medio de allanar aquel obstáculo, mientras Páez le animaba a que se pusiera en marcha, asegurándole que le daría las embarcaciones necesarias.

—Pero, hombre, ¿dónde las tiene usted?—pregunta Bolívar

—Las que hay en el paso del rio para oponérsenos. — le contesta Páez

—¿Y de qué manera podemos apoderarnos de ellas?

—Con caballería.

—¿Dónde está esa caballería de agua?, porque con la de tierra no se puede hacer tal milagro.

A las tres de la tarde del día 5 de febrero, Bolívar salió con el ejército hacía el río Apure, marchó hasta la noche “y acampó en una sabana al Este de San Juan”. Bolívar Salió del pueblo no con la esperanza de que la operación prometida se realizara, sino para ver qué partido tomaría. En la madrugada del día continuo la marcha y a las 10 de la mañana desde la orilla del río Apure observaba las flecheras bien armadas y tripuladas que tenían lo realistas en la orilla opuesta, lleno de desesperación y se paseaba a lo largo de aquella. Páez, que le había estado contemplando, se le acerco a caballo y le pregunto la causa de su inquietud. El libertador le dijo:

—Daría el mundo entero por apoderarme de la escuadrilla española, porque sin ella no puedo cruzar el rio y las tropas no pueden marchar.

—Dentro de una hora será de usted— replico Páez.

—¡Imposible! —dijo Bolívar— y la gente debe perecer.

—De mi cuenta corre— dijo Páez, y se alejo a galope.

A los pocos minutos volvió trayendo a Francisco Aramendi, Genaro Vásquez, Cornelio Muñoz, *Negro Primero,* Juan Carvajal, Felipe Mauricio Martin, José de la Cruz Paredes, José María Briceño Méndez, Pedro Pérez, Antonio Romero, Juan José Rondón, y otros cuarenta guardias de caballería que se pierden en el anonimato de la historia. Llevándolos a la orilla del rio les dijo estas breves palabras: 

—Debemos apoderarnos de esas flecheras o morir. Sigan a su tío los que quieran.

Al mismo tiempo, picando espuelas a su caballo, se lanzo con el al rio y le hizo nadar en dirección a la escuadrilla. Lo siguieron los 51 héroes escogidos entre los principales por su ya experimentado valor y fuerza. Estos soldados con las lanzas en la boca, nadando con un brazo y acariciando con la otra mano los cuellos de los caballos, animándolos a nadar contra la corriente y dando voces para ahuyentar la multitud de caimanes que había en el rio. Llegaron así a los botes, y montando los caballos se lanzaron de sus lomos a bordo de aquellos, guiados por su jefe y con gran admiración de los que los observaban desde la orilla del rio, se apoderaron de todas las flecheras. De regreso con las embarcaciones, Páez jadeante, chorreando sangre y agua le dice a Bolívar:

—Y bien, señor, ¿no es cierto que podrá pasar la tropa en estos barquitos que ya son nuestros?

Asombrado Bolívar lo abraza y dice:

—Si no hubiese presenciado este hecho, nadie habría podido hacérsemelo creer.

Gracias a estas embarcaciones, Bolívar pudo cruzar con el ejército el río Apure y correr a Calabozo en donde sorprende, derrota al general español Pablo Morillo, Bolívar mostrando clemencia le ofrece un indulto en nombre de la república de Venezuela, “y al mismo Fernando VII —dice Bolívar—, también perdonaría, si estuviese, como usted, reducido a calabozo”.

NOTAS:

Autobiografía del general José Antonio Páez. Colección Bicentenario Carabobo Caracas, Venezuela, junio de 2021 Tomo I. Págs 182- 184

Memorias del General O`Leary Edición Facsimilar Digital de la Primera Impresión Realizada entre 1879 y 1888. Centro de Estudios Simón Bolívar Caracas, Venezuela, 2020 Tomo XVIII. Págs 608-611

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Manuel Ortega 

Cronista Municipio Pedro Camejo

ortegamanuel1818@gmail.com

EN LOS 250 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE ACHAGUAS

Imagen cortesía de Alonzo Pérez Orasma


Hoy que se cumplen 250 años de la fundación de Santa Bárbara de Achaguas por Fray Alonso quien también fundó mi pueblo San Juan de Payara en 1769,  tengo el gusto de compartir "UN RESUMEN DE LOS 250 AÑOS DESDE LA FUNDACIÓN DE SANTA BÁRBARA DE LA ISLA DE LOS ACHAGUAS. 1774-2024" realizado por el Dr. Alonzo Pérez Orasma. Cronista Oficial del municipio Achaguas:


Achaguas, fundada el 4 de diciembre de 1774 por el Fraile Alonso de Castro, con indios Achaguas, Otomacos y Taparitas. Este pueblo, con una extensión territorial de 16.500 kilómetros cuadrados, fue el centro de operaciones del ejército Bravos de Apure, donde se libraron batallas cruciales por la libertad de nuestra patria. La Batalla de El Yagual el 8 de octubre de 1816, la Batalla de Mucuritas el 28 de enero de 1817 y la Batalla de Las Queseras del Medio el 2 de abril de 1819 son hitos históricos que marcaron nuestro camino hacia la independencia.


El 10 de mayo de 1821, el ejército patriota partió hacia Carabobo para sellar la independencia de Venezuela el 24 de junio del mismo año. El General Páez prometió traer consigo la imagen de El Nazareno para proteger a esta tierra. Tras su victoria en Carabobo, cumplió su promesa en 1835.


Achaguas fue decretada capital de la provincia de Apure el 17 de julio de 1823, en 1856 le fue arrebatada. En 1848, se formó la Sociedad Joven ACHAGUAS, presidida por el joven  Marcelino Muñoz,  en donde Juan Pablo Duarte libertador de República Dominicana fue asesor.


En esta tierra, Los toros coleados se celebraban donde ahora es la calle Páez y el aeropuerto estaba ubicado en la calle Arismendi. En 1963 la achaguense, Irene Morales se coronó como la primera mujer llanera Mis Venezuela.


Hoy, con cinco cuerpos policiales, doce extensiones universitarias y más de 200 escuelas entre inicial, primaria y media general, Achaguas sigue siendo una tierra encantadora donde la calidez de su gente sigue conquistando corazones. A forasteros y nativos.. por este amor grande achaguense, decimos con orgullo: DE ACHAGUAS TAMBIÉN SOY YO.