234 AÑOS DEL NATALICIO DE PEDRO CAMEJO, NEGRO PRIMERO.

 


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El día de la batalla de Carabobo, batalla decisiva para la independencia de Venezuela del dominio del imperio español, el teniente de caballería Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, quien fue «uno de los más valientes defensores de la República», montado en su caballo alazán con la lanza en la mano derecha, con el mayor arrojo y esfuerzo se lanzó a combatir contra el ejército realista, y en lo más recio de la batalla ofrendó su vida por la libertad.


Desde los 13 o 14 años, que leí en el libro Historia Constitucional de Venezuela de José Gil Fortoul (1861-1943), que este prócer de la independencia era «natural de San Juan de Payara», creí que Negro Primero había nacido en ese pueblo situado en un alto médano que está en la ribera Norte del rio Cotayo.


Con el paso de los años comencé a leer que muchos pueblos disputaban ser el lar nativo de este negro y en algunos textos se lee: “Vecino de Achaguas o de San Juan de Payara. Había sido esclavo de Vicente Alonzo de Apure”. Pero en la hoja de servicio de este prócer de la independencia dice simplemente: “Vecino de San Juan de Payara”.


Para la época en que vivió Pedro Camejo ser denominado VECINO de un pueblo o lugar, denotaba ser del pueblo o lugar mencionado. Un ejemplo de esto es el caso de Vicente Alfonso a quien el General Páez menciona como “propietario vecino de Apure” y otros autores lo mencionan como un “rico propietario del Apure”.


Pedro Felipe Monlau y Roca en 1856, en su Diccionario etimológico de la lengua castellana, nos da la siguiente etimología de la palabra VECINO: “del latín vicinus, formado de vicus, y vicus de via. El camino entre dos filas de casas se llamaba vía, y las casas se dijeron vicus: Por consiguiente: vecino equivale á habitante de un mismo vicu, pueblo ó lugar”.


Seguramente por Gil Fortoul haber leído que en la hoja de vida de Pedro Camejo dice que era “VECINO de San Juan de Payara”, escribió en Historia Constitucional de Venezuela: “El Teniente de caballería Pedro Camejo, natural de San Juan de Payara”. Y Mario Briceño Perozo, en su estudio sobre El Procerato Negro: “Pedro Camejo, de San Juan de Payara”.


Carlos Solórzano Márquez escribe en su libro El Negro Primero: que el lugar de nacimiento es San Juan de Payara, porque el Doctor Vicente Dávila en su Diccionario biográfico de Ilustres Próceres de la independencia Suramericana, en la página 62 consigna que Negro Primero es VECINO de este pueblo ubicado al sur de San Fernando de Apure.


Oldman Botello en su ponencia titulada _Lo que sé del Negro Primero,_ dice que la palabra VECINO “es la denominación utilizada para señalar la oriundez de una persona en los documentos de los siglos XVII, XVIII y XIX”.


Por lo anteriormente expuesto yo digo que el Teniente de Caballería Pedro Camejo, es natural de San Juan de Payara, como siempre lo ha contado la historia.


Para la época del nacimiento de Pedro Camejo, San Juan de Payara que según Richard Vowell, fue una de las aldeas «más bellas y populosas de los Llanos», tenía una población de 1.230 Indios que vivían dentro del pueblo en unos pequeños bohíos, había también 177 vecinos españoles, 177 zambos y negros libres y 40 esclavos de los cuales unos habitaban dentro del pueblo, y otros en los campos donde tenían “sus labranzas y principalmente hatos de ganados vacuno, de mulas y de caballos”.

2

Siempre me he preguntado: cuál fue el día de nacimiento de este hijo de San Juan de Payara. Y pienso que por la antigua tradición de poner el nombre a los niños por el Santo del día en que nacieron, lo más probable es que Pedro Camejo haya nacido el  29 de junio, día  en que la Iglesia celebra la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, y por esta razón le pusieron Pedro que según don Arístides Rojas, «es nombre de pila muy popular».


Algunos ejemplos de que se colocaba el nombre a los recién nacidos por el santo del día, son: Santiago Mariño nacido el 25 de julio de 1788, día de Santiago; Simón Rodríguez (1769) y José Tadeo Monagas (1784) nacidos el 28 de octubre, día de San Judas y San Simón. A Monagas sus padres lo bautizaron con el nombre de Judas Tadeo, sin embargo, por la costumbre de utilizar tan solo la inicial del primer nombre para la identificación, devino con el paso del tiempo en José Tadeo, nombre con el cual se le conoce. 

En la biografía del gran escritor español Miguel de Cervantes y Saavedra  autor de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, se cuenta que desde el siglo XVIII se admite como el día de su nacimiento el 29 de septiembre de 1547, día del Arcángel San Miguel, por quien según la tradición, recibió el nombre cuando fue bautizado el 9 de octubre de ese mismo año.


Por esta tradición creo que Negro Primero, nació el 29 de junio de 1790, el día de San Pedro, uno de los doce apóstoles de Jesucristo. El que está en el santoral. Y por eso se llamaba Pedro.


NOTA:

Parte de mi ponencia: Hombre de gran Valor, el sábado 22 de junio en la Sala 3 – Piso 3 de ls UNEXCA, en el 17mo Congreso Nacional y 4to Internacional de Historia.


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Manuel Ortega

Cronista del municipio Pedro Camejo

ortegamanuel1818@gmail.com

EL DÍA DEL NACIMIENTO DE PEDRO CAMEJO.


 

Por la antigua tradición de poner el nombre a los niños por el Santo del día en que nacieron, pienso que lo más probable es que Pedro Camejo, conocido como Negro Primero «Vecino de San Juan de Payara», haya nacido el  29 de junio, día  en que la Iglesia celebra la solemnidad de los apóstoles Pedro y Pablo, y por esta razón le pusieron Pedro que según don Arístides Rojas, «es nombre de pila muy popular».

Algunos ejemplos de que se colocaba el nombre a los recién nacidos por el santo del día, son: Santiago Mariño nacido el 25 de julio de 1788, día de Santiago; Simón Rodríguez (1769) y José Tadeo Monagas (1784) nacidos el 28 de octubre, día de San Judas y San Simón. A Monagas sus padres lo bautizaron con el nombre de Judas Tadeo, sin embargo, por la costumbre de utilizar tan solo la inicial del primer nombre para la identificación, devino con el paso del tiempo en José Tadeo, nombre con el cual se le conoce.

En la biografía del gran escritor español Miguel de Cervantes y Saavedra  autor de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, se cuenta que desde el siglo XVIII se admite como el día de su nacimiento el 29 de septiembre de 1547, día del Arcángel San Miguel, por quien según la tradición, recibió el nombre cuando fue bautizado el 9 de octubre de ese mismo año.

Por esta tradición creo que Negro Primero, nació el 29 de junio de 1790, el día de San Pedro apóstol de Jesucristo. El que está en el santoral. Y por eso se llamaba Pedro.


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Manuel Ortega

Cronista del municipio Pedro Camejo

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37 AÑOS DE LA MUERTE DE JOSÉ VICENTE ABREU


El 25 de abril de 1987, en la ciudad de Caracas, murió como consecuencia de una cirrosis hepática el narrador, poeta, y periodista payareño José Vicente Abreu.

José Vicente fue autor de las siguientes obras: Manifiesto de Guasina (1959); Se llamaba SN (1964), Las cuatro letras (1969), Toma mi lanzada bañada de plata (1973); Guasina, donde el río perdió las siete estrellas (1974); Rómulo Gallegos: ideas educativas en La Alborada (1977); Alborada (1983); Palabreus (1985); Cartas de la prisión y el exilio: Venezuela, México, URSS (1987) y Sojo: Medio siglo de música (1987). Entre otras obras.

En este día, en el que se cumplen 37 años de la muerte de José Vicente les comparto estos poemas publicados en Camarada-Santa (Yo soy el guerrero muerto):

Allí en Barraguán

Allí, en Barraguán,
tirarás mis huesos, Santa
cuando ya mis ojos,
las coyunturas de tortuga
que me hicieron
cruzar ese Río
desde la infancia,
se hagan
de bejucos secos:
mi corazón rodará
como la pelota
del juego ritual
de los otomacos.

¿Que más te doy?

¿Qué más te doy?
¿,Los huesos
en una vieja tinaja funeraria?
Me los pintas de rojo
antes de lanzarlos
por el cerro Barraguán...

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Manuel Ortega
Cronista del municipio Pedro Camejo
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205 AÑOS DE LA BATALLA DE LAS QUESERAS DEL MEDIO.





Tal día como hoy el General José Antonio, con el payareño Negro Primero y ciento cincuenta y dos lanceros pasa el río Arauca, los forma en tres columnas de cincuenta cada una, y se va contra el enemigo. Pablo Morillo a su vez mueve contra la diminuta tropa del General José Antonio Páez 1.200 realistas. ¡Mil doscientos contra ciento cincuenta que tienen su lanzas para defenderse!

Páez, Negro Primero y los 152, se lanzaron a pelear contra los realistas, unas veces los atacaban y otras apresuraban su fuga, alejando cada vez más a sus perseguidores del grueso del ejército. Cuando Páez vio que toda la caballería realista formaba un solo cuerpo y que en el ardor de la persecución había dejado atrás a los fusileros, grita a sus hombres:

—Vuelvan caras.

Al oír el grito de mando, Negro Primero y sus compañeros obedecieron, detuvieron los caballos para volver caras. El ademán del negro “es atento, sonreído, dispuesto a la terrible embestida —dice Arístides Rojas—, al choque sangriento, cuando llegue el momento de esgrimir la poderosa lanza que lleva en la mano derecha”.

Cuando llegó el momento los patriotas ordenados en grupo de a veinte hombres: apuntaron lanzas, apretaron los ijares de los caballos y se lanzaron sobre los escuadrones de enemigos. Cuando llegaron se metieron por entre las filas realistas, de frente y por los flancos, y, sin darle descanso, la alancearon, la atropellaron y la desbarataron. Al ver esto, el ejército entero de Morillo, aturdido y espantado, retrocede, se desbanda, se refugia en un bosque, el cual favorecen su retirada. Cuando llegó la noche cesó la matanza, los patriotas se arrojaron al río y se presentaron victoriosos ante Bolívar.  

¡Qué increíble batalla en la que participó Negro Primero!, las cifras lo demuestran, los realistas dejaron tendidos en el campo cerca de quinientos hombres; de los ciento cincuenta patriotas, salieron heridos del combate, entre otros, el teniente coronel Manuel Arraiz, y los capitanes Francisco Antonio Salazar y Juan Santiago Torres; “muertos solamente dos —dice Páez—, Isidoro Mujica y el cabo primero Manuel Martínez; pero la anchura de sus heridas y el tenerlas en la espalda nos demostraban que habían sido abiertas por lanzas de los nuestros, que en la confusión y oscuridad habían tomado por enemigos á aquellos compañeros suyos”.

El día después de esta gloriosa batalla, en Cuartel General en los Potreritos Marrereños, Bolívar les confirió a los 150 héroes de esa increíble batalla,  la Orden de los Libertadores de Venezuela con esta hermosa proclama:

“¡Soldados! Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones. Ciento cincuenta hombres, mejor diré, ciento cincuenta héroes, guiados por el impertérrito general Páez, de propósito deliberado han atacado de frente a todo el ejército español de Morillo. Artillería, infantería, caballería, nada ha bastado al enemigo para defenderse de los 150 compañeros del intrepidísimo Páez. Las columnas de caballería han sucumbido al golpe de nuestras lanzas; la infantería ha buscado un asilo en el bosque; los fuegos de sus cañones han cesado delante de los pechos de nuestros caballos. Sólo las tinieblas habrían preservado a ese ejército de viles tiranos de una completa y absoluta destrucción.

“¡Soldados! Lo que se ha hecho no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al combate y contad con la victoria, que lleváis en las puntas de vuestras lanzas y de vuestras bayonetas”.

El 4 de abril se expresaba de esta manera en una carta al a su amigo Guillermo White: 

“Antes de ayer, el general Páez ha logrado un golpe admirable sobre Morillo, y que pudo haber sido completamente decisivo, si la noche no lo hubiera ocultado a nuestras lanzas. No pensábamos más que darle a conocer la superioridad de nuestra caballería; y así, no aprovechamos el brillante resultado que tuvimos, porque no habíamos preparado el lance para ello. Arrollamos todo el ejército cuando sólo pensábamos batir parte de su caballería. Ciento cincuenta valientes, mandados por el general Páez, no podrían solos destruir todo un ejército, estando nuestras tropas con el Arauca por medio”.


Entre los soldados que acompañaron a Páez en esta famosa batalla, Negro Primero lleva el numero 34, mas entre los 24 teniente del grupo, tiene el número 1°. Negro Primero  “es, por tanto, el primero de los tenientes —escribe Aristides Rojas—, que figuraron entre los ciento cincuenta héroes de las Queseras, el 2 de abril de 1819”.


EL MONUMENTO


El sitio donde se realizó la “proeza más extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones”,  estuvo olvidado hasta el año 1966 cuando el Gobernador de Apure don Ricardo Montilla colocó allí la Piedra Fundacional, con la idea de construir un gigantesco monumento para celebrar el Sesquicentenario en 1969, no pudo hacerlo pues fue destituido. “Pasaron 20 años y fue el Capitán Hugo Rafael Chávez Frías, con su fervor Bolivariano y amor por el Apure, quien con soldados bajo su Comando levantó el 1er. Monumento 1986. Después lo mejoró Aguilarte Gámez con el Batallón de Ingenieros; en 2019, Carrizalez Rengifo recuperó lo que habían dejado en ruinas”. (Escribe Óscar Adolfo Alvarado en Una Pizca de Historia Regional del Apure 051/2024)


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Manuel Ortega

Cronista del municipio Pedro Camejo

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MONTEPÍO MILITAR A LA SEÑORA JUANA ANDREA SOLÓRZANO VIUDA DEL TENIENTE PEDRO CAMEJO




Un 29 de marzo de hace 177 años, el Departamento de Guerra y Marina de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845, acuerda concederle la cédula N°. 327, correspondiente al grado de teniente a la señora Juana Andrea Solórzano viuda del teniente Pedro Camejo.

La historia cuenta que Pedro Camejo (a) Negro Primero “vecino de San Juan de Payara. Casó con Juana Andrea Solórzano”.  Por el certificado del padre Julián de Santos párroco de San Fernando de Apure, se deduce que el matrimonio se realizó en San Juan de Payara y seguro que por el cariño que Páez le tenía al negro, el día del casamiento, realizó una gran fiesta con carne asada, bebidas típicas y buena música llanera.

La esposa de Pedro Camejo en la Leyenda Histórica El Negro I de Don Arístides Rojas es mencionada como Bizarra y descrita como “una hermosa zamba llanera”.

Rojas cuenta que el negro obtuvo “el sí de Bizarra” por la fuerza.

“En cierta mañana: —escribe Rojas—, al presentarse Camejo delante de Bolívar, éste le dice:

“— ¿Es cierto que usted, para obtener el sí de Bizarra la amarró a una palma y la fustigó con doscientos azotes?

“El Negro, que no aguardaba semejante pregunta, miró a derecha e izquierda, y encontrándose entre la verdad del hecho y la indelicadeza de confesarlo, cruzó los dedos de sus manos, y formando cinco cruces exclamó:

“— Por este puño de cruces, mi General, que es mentira cuanto le han dicho respecto de Bizarra.

“Este es el juramento falso de los pueblos de Venezuela. Con el cual pudo el llanero salvarse de nuevo interrogatorio”.

Negro Primero antes de su fallecimiento en “la Batalla de Carabobo, que él decía que iba a ser la cisiva”, le comunicó sus últimas disposiciones al General José Antonio Páez. Este, desde San Juan de Payara, el 14 de septiembre de 1821, le escribió al Presbítero Trinidad Travieso:

“Habiéndome comunicado el Teniente Pedo Camejo las últimas disposiciones antes de su fallecimiento, el día de la gloriosa acción de Carabobo, y siéndome preciso elegir una persona de mi confianza que las ponga en ejecución, modeladas por aquel Benemérito Defensor de la Patria, comisiono a usted para este fin, bajo las siguientes instrucciones: pago de deudas y destinar parte del sobrante a sufragios. Se encargará usted de todos los bienes conocidos de la propiedad del Teniente Pedro Camejo o por donación que le hiciere el estado o por su agencia personal; y la otra parte la entregará a su esposa Juana Andrea Solórzano.”


La historia cuenta que las tierras y el ganado del hato Chaparralito, que el general Páez le había donado al Negro Primero en 1818, por su entrega a la causa de la independencia, fueron vendidas a José Miguel Mirabal. Nadie cuenta que otros bienes tenía el Negro Primero, que le fuera donado el Estado o que él hubiera obtenido por agencia personal, tampoco se cuenta cuáles eran sus deudas y que “otra parte” el padre Travieso le entregó a su esposa Juana Andrea. Lo que si se cuenta es que en 1846, la viuda residenciada en San Fernando de Apure, casi tocaba “a las puertas de la mendicidad”. Lo que la llevó a reclamar la pensión de Montepío militar.

Como era  analfabeta requirió de la ayuda de amigos con ilustración e influencia para poder cumplir los largos y complicados trámites que se exigían para obtener el Montepío Militar por se viuda de un prócer de la independencia. Debió demostrar con testigos que era pobre de solemnidad y que vivía honradamente sin obtener otros bienes que los que le proporcionaba su trabajo personal; esto la llevó a recurrir al General Páez quien certifica “que el ciudadano Pedro Camejo, se incorporó y tomó servicio en el Ejército de mi mando en esta Provincia el año de 1816, y que los continuó hasta el año 1821, que murió en el campo de Carabobo por una herida que recibió de arma de fuego en el momento del combate, y que por su valor sobresaliente mereció el ascenso de Teniente de Caballería, habiendo principiado su carrera de soldado raso. Y a pedimento de la señora Juana Andrea Solórzano, viuda del citado Camejo y para fines que le convengan, le doy ésta, que firmo en los Borales del Frío, el 13 de mayo de 1846”.

Juana Andrea también recurrió al Párroco de San Fernando de Apure, el padre Julián de Santos, quien certificó: que “la partida de matrimonio de Pedro José Camejo, con Juana Andrea Solórzano, no existe en el archivo de esta Santa Iglesia Parroquial. Y para los efectos que corresponde doy esta que firmo en San Fernando de Apure a 22 día del mes de Julio de 1846”.

El mismo día en la misma hoja, el padre Santos también certificó “que algunos libros parroquiales correspondientes a la Iglesia de San Juan de Payara, que existían en este archivo de San Fernando fueron destruidos por los insectos, siendo Párroco el Venerable Juan Bernardo García”.

También testificaron haber conocido al teniente Camejo, el comandante Miguel Pérez, de 51 años y el coronel Juan Antonio Mirabal “de sesenta y pico de años”. Ellos declararon que Juana Andrea era pobre de solemnidad y que se mantenía honradamente con su trabajo personal y que fue legítima esposa del teniente de Caballería Pedro Camejo.

Con las pruebas de los servicios, grade muerte de su esposo y su legítimo matrimonio, se dirigió la pobre viuda de Camejo ante el juzgado de primera Instancia en San Fernando, a pedir Justicia.

Los cinco folios que contienen las declaraciones y demás extremos de la ley expedidos por el juzgado de primera Instancia de San Fernando, están elaborados en papel común ordinario y tienen la siguiente nota: “Se devuelven estás diligencias a la interesada, quien apareciendo ser pobre de solemnidad no debe de abonar ningún derecho al ramo de justicia. El secretario (firma) Rosales”.

Juana Andrea finalmente, formula su solicitud ante el presidente de la República, con todos los recaudos necesarios, incluida además una carta de la junta de Montepío de San Fernando de Apure.

El 29 de marzo de 1847,  el Departamento de Guerra y Marina de acuerdo a la Ley aprobada el 27 de mayo de 1845, acuerda concederle la cédula N°. 327, correspondiente al grado de teniente.

Veinticinco años después de la muerte de su valiente esposo, Juana Andrea comenzó a percibir una modesta pensión de 10 pesos mensuales, que fue reformada de acuerdo a la ley de 1852.


Por los documentos del Montepío militar se deduce que Negro Primero y Juana Andrea no tuvieron hijos. Por esto se puede decir que el negro vino a la tierra a cumplir una misión y una vez logrado su cometido, con él sucedió lo que decía Simón Bolívar cuando moría un héroe de la patria: “No ha muerto ni se teme que muera; pero si cesase de existir, vivirá siempre en los corazones de sus reconocidos compatriotas, y será eterno en los fastos de Venezuela”.


OBRAS CONSULTADAS:


Archivo General de la Nación, Ilustres Próceres de la Independencia, tomo 14, folio 81.

Autobiografía del general José Antonio Páez. Tomo primero. Colección Bicentenario Carabobo. Caracas, Venezuela, junio de 2021.

Arístides Rojas: “El Negro I”. En: Machado, José, Siete estudios históricos de Arístides Rojas. Caracas, Litografía del Comercio, 1924.

Argenis Méndez Echenique: Pedro Camejo, el Negro Primero, encarnación popular de la Libertad. Fundación editorial “Araucanía” San Fernando de Apure 2004.

Carlos Solórzano Márquez: El Negro Primero. Caracas, 1971.

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Manuel Ortega

Cronista del municipio Pedro Camejo

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A LA LINDA FLOR APUREÑA

 

Una tarde, no recuerdo bien si era el mes de octubre o noviembre. Una tarde de uno de esos meses, linda Flor apureña te ví por primera vez cruzar la avenida Negro Primero de mi pueblo San Juan de Payara, hacia el lugar en donde yo me encontraba.

Yo era para ese entonces un muchacho de mala conducta, recuerdo que con una de mis maldades te hice llorar pero esas lágrimas que derramaste por mi culpa, tocaron mi corazón y poco a poco fue creciendo un gran cariño por ti. Ese sentimiento de cariño con el paso del tiempo se transformó en un amor auténtico y definitivo. Dios permitió que te conociera para que por medio del amor me diera cuenta, que soy más que carne que tengo un espíritu.

Este amor que nació en mi  como un Samán que nace en el llano sin que nadie lo siembre, me hizo creer en la existencia de Dios porque como dice Miguel de Unamuno "El amor es la prueba de la existencia de Dios".

Me pasó como aquellos versos de Alberto Arvelo Torrealba que dice:

El amor es como el trigo,
Si no se riega no nace,
¿por qué a mi me nacería
Si tú nunca lo regaste?

Te escribí poemas que se quedaron mudos en las páginas de un cuaderno, porque no tuve valor para declararte mi amor.

Hoy como siempre estoy pensando en ti y desde hace años voy acompañado de tus gratos recuerdos. Hoy quiero contarte que a pesar que nunca te he tenido y a pesar del tiempo y de la distancia que me aleja de ti, el amor que hace años nació sin ningún arbitrio humano continúa creciendo en el terreno de mi corazón.


MI AMOR POR TI

El amor que por ti siento
es un amor muy especial
que no lo puede borrar
ni el tiempo ni la distancia
 
porque está grabado en mí
cómo un tatuaje en la piel
que permanece tan fiel
en ese mismo lugar.
 
El amor que por ti siento
es muy grande y verdadero
que cuando digo te quiero
lo digo de corazón
 
que es dónde crece este amor
tan robusto y tan lozano
como un árbol en el llano
que es muy difícil arrancar.

 

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Manuel Ortega

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LINACHE EL GENERAL DE LOS INDIOS OTOMACOS

 


Ya anciano en Nueva York, el General José Antonio Páez, en su Autobiografia Tomó Primero, al narrar el ataque de San Fernando de Apure, en marzo de 1818, cuenta que llevaba trescientos indios de Cunaviche que estaban "al mando de uno de ellos llamado Linache".

Páez escribe en una nota al pie de página: "Llevaba yo además trescientos indios de Cunabiche, al mando de uno de ellos, llamado Linache, a quien di el grado de general de sus compañeros. Antes de dar el simulado ataque a la plaza y conociendo lo que se acobardan los indios al oír silbar las balas, repartí entre ellos sendas raciones de aguardiente y tal ánimo los hizo cobrar esta bebida que sangrándose la lengua con las puntas de sus flechas se bañaban el rostro con la sangre que salía de la herida: se lanzaron llenos del mayor denuedo contra las trincheras enemigas. Uno de los capitanes de mis indios, llamado Dos-Reales, se lanzó al frente de los suyos contra la trinchera, y sobre ella fue muerto a machetazos".¹

Porque el General Linqche y los trescientos indios de Cunaviche se traspasaban la lengua con las puntas de sus flechas y "se bañaban el rostro con la sangre que salía de la herida" se deduce eran otomacos porque estos indígenas apureños antes de ciertos actos, como entrar en la guerra, dedicarse a trabajar la agricultura, jugar pelota o durante el parto, se traspasaban la lengua con la púa del pez Raya, y se untaban la cara y el cuerpo con la sangre que le brotaba de la herida.

Aunque esta es la única Vez que el General Páez menciona a Linache a quien dio el grado de general de sus compañeros, podemos decir quizás era uno de los indios de Cunaviche que a finales de 1816, pidieron la muerte del coronel realista Francisco López, "cuando se anunciaba su canje por prisioneros patriotas".²

Una de dos: o el general Otomaco Linache murió en un combate o salió con vida de la Guerra Magna y murió en Cunaviche natal. Sea cual sea la opción Linache murió en el olvido como otros tantos soldados que lucharon con valentía y coraje para lograr la independencia de Venezuela del dominio del imperio español.

NOTAS:

¹ Autobiografía del general José Antonio Páez  Tomo primero  Pág. 176 Colección Bicentenario Carabobo, Caracas, Venezuela, junio de 2021.

² Miguel Acosta Saignes. Bolívar. Acción y utopía del hombre de las dificultades. pág. 218 Caracas, Venezuela, mayo de 2021

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